lunes, 19 de agosto de 2013

Adoctrinamientos


 ¿Hasta qué punto los padres tienen derecho a inculcar ideologías a sus hijos? ¿Hasta qué punto pueden decidir por ellos? ¿Hasta qué punto pueden decir qué es correcto y qué no lo es?

 A cualquier persona sensata le duele escuchar cosas como ‘niño cristiano’ ‘niño musulmán’ ‘niño capitalista’ ‘niño comunista’… Nadie nace con una ideología grabada en su genoma, aunque por desgracia yo pueda adivinar cuál será la religión del hijo de un ayatolá.

 Ningún padre tiene licencia divina ni para limitar los conocimientos de sus hijos en cualquier materia, ni para insistir en que éstos sigan unas determinadas ideas y mucho menos para decepcionarse al no aceptar lo que ellos elijan libremente. Sin embargo, muchos creen tenerla.


 Nicholas Humphrey sostiene en su ensayo ¿Qué les diremos a los niños? que los niños tienen el derecho humano a que sus mentes no queden lisiadas por verse expuestas a las malas ideas de otras personas. Bien, pero entonces, ¿cómo ponerse de acuerdo en qué es una ‘mala idea’? ¿No es acaso un asunto de pura opinión? ¿No sería igual de arrogante decir que únicamente deberíamos enseñar ciencia a nuestros hijos? La ciencia no es una ideología pero ¡claro que sería arrogante!
"Niños comunistas"

 Yo estoy tremendamente agradecido a mis padres por no haberme infundido absolutamente ninguna ideología o fe. Si bien he sido bautizado y he realizado la Primera Comunión (básicamente para no disgustar a parientes sí creyentes), no recuerdo un solo domingo en el que fuera obligado a acudir a la Iglesia, a su vez no hubiera recibido reproche alguno de haberlo hecho. He tenido opciones, libertad para decidir qué camino seguir.

 Entonces, démosle libertad a un crío que quiere unirse al grupos neonazi de su ciudad. No. El no tener derecho a adoctrinar a tus hijos no quiere decir que no puedas (quise decir debas) enseñarle bases morales y derechos humanos. Con ellos, dudo bastante que el niño quiera unirse a tal grupo de psicópatas.

 Yo he sido bautizado, pero esto no ha afectado para nada en mi manera de pensar o en mi forma de vida, de hecho, no me importaría volver a hacerlo para contentar a mi abuela (decía Freddie Ayer cuando lo tachaban de hipócrita por bendecir la mesa siendo ateo, que no contaba mentiras, pero que no tenía ningún inconveniente en decir frases sin sentido); porque este ritual no significa nada para mí. Pero, ¿y si en lugar de haber nacido en una familia con tradiciones católicas, lo hubiese hecho en una judía ortodoxa? Me hubieran rebanado el prepucio nada más nacer.

Ablación femenina
 Porque yo puedo aceptar que un varón judío y adulto introduzca su pene en la cavidad bucal de un rabino, para que éste, después de haberle hecho unos ajustes con unas tijeras, retire la piel sobrante y succione la sangre para evitar la coagulación (tal y como sucede en la ceremonia de Brit Milah). Puedo aceptar que una mujer adulta permita que otra mutile su clítoris para después coser la abertura, sutura que sólo será rota por la fuerza de un hombre la noche de bodas (no obstante, bien por compasión o bien por pura biología se deja una pequeña abertura para que salga la sangre de la menstruación. Todo un detalle). Puedo aceptar que los creyentes en el demonio elijan semanalmente a un par de adultos para azotarlos hasta desangrarse. Puedo aceptar que Abraham (el padre por excelencia de la Biblia; opino que quizá también esquizofrénico), decidiera quitarse su propia vida para probar su fe. Acepto, de hecho, que un sacerdote que haya jurado el voto de castidad mantenga relaciones con otras personas adultas. Acepto que muchos adultos sean entrenados y participen en guerras. Acepto que un adulto, debido a sus creencias, rechace cuidados médicos necesarios. Pero de ninguna de las maneras aceptaré jamás que estas prácticas sean realizadas con niños, que mayoritariamente son las víctimas de estos actos.

 Si bien no podríamos hablar en estos casos de adoctrinamiento ideológico, hablamos de decidir por tus hijos en asuntos demasiado reprochables. Perjudicar a tus hijos por las ideas que profesas. No hay más muestra de falta de confianza en una idea que tratar de metérsela a alguien en su cabeza desde pequeño. Una enorme falta de confianza. A Jesús, supuestamente, lo bautizaron a los 30 años. Dejen decidir a sus hijos cuando crezcan; y si deciden seguir las mimsas ideas, enhorabuena.

Sociedad de los amish
La sociedad de los amish, distribuida en distintas comunidades a lo largo de Estados Unidos, vive en el siglo XVII. Rechazan la electricidad, los motores de combustión, los botones o cualquier atisbo de modernidad. De hecho, hablan en un dialecto arcaico del alemán (Pensylvania Dutch). Reconozco que es todo un logro que se conserven culturas como ésta. No obstante, la única forma de hacerlo es permitir que los padres aíslen a sus hijos del mundo exterior. En 1972, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictó sentencia en un caso relativo al derecho paterno de retirar a un hijo de la escuela debido a sus creencias. La resolución cayó a favor de los amish. Personalmente, me fascinan las sociedades como ésta, pero, ¿no tienen algo que decir los niños al respecto?

 Navegando por Internet uno se encuentra noticias como la de un chico palestino de 16 años interceptado antes de cometer un atentado suicida. Declaró que le habían prometido 72 vírgenes en el cielo [1].
Los niños se lo creen prácticamente todo si se lo dicen sus padres: Papa Noel, Reyes Magos, Ratoncito Pérez…  Y es una gran ventaja que tengamos alguien por quién guiarnos, sin duda. Sin embargo, el biólogo Richard Dawkins nos muestra que no siempre ésto es una ventaja en su libro El espejismo de Dios [2]

 Espero que mi momento de educar a un niño sea bastante anterior al de convertirme en un anciano insoportable y antipático. No quiero haber cambiado de opinión. Opino que lo mejor es enseñar cómo deben pensar y jamás qué deben pensar. No me gustaría inculcarles nada. No es necesario decir que el nazismo ha sido un horror si se les enseña a pensar de un modo crítico y lógico, sin dejarse influenciar. El astrofísico Neil Tyson [3] habló para la revista Times sobre cómo educaba a sus hijos. : Comentaba que "todos nacemos científicos, queremos experimentar, queremos tocar todo, saber para qué sirve esto y aquello". Él recomendaba apartarse de su camino y dejarles experimentar. [4]

 (No quiero que esto se asemeje a una clase de cómo educar a tus hijos tan sólo trato de dar ejemplos que me parecen bastante cuerdos)

 No me postulo como ejemplo moral (sería una afirmación fácil de refutar, entre nosotros), pero sin dudarlo tacho de inmoral el decirle a un niño que el demonio vendrá y se lo llevará si no continúa creyendo lo que le cuentan los domingos. Terriblemente inmoral. “No hagas caso a la gente que traiga cosas llamadas ’evidencias’. No. La fe es más importante. Y hay un lugar reservado en el infierno para los que no piensen así”. Este tipo de ideas en la cabeza de un niño son realmente difíciles de eliminar completamente cuando crezca [5].

 “La oferta de certeza, la oferta de seguridad absoluta, la oferta de una fe impermeable, que no puede ceder; es una oferta de algo que no merece la pena tener. Los invito a mirar a aquellos que les dicen a los niños que están muertos hasta que crean lo mismo que ellos. ¡Qué cosa más terrible para decirle a los niños! ¡Que sólo pueden vivir aceptando una autoridad absoluta! No piensen en eso como un regalo, sino como en un cáliz envenenado. Déjenlo de lado por muy tentador que sea. Tomen el riesgo de pensar por sí mismos. Mucha más felicidad, verdad, belleza y sabiduría
                                                                                                               
                                                                                                                       Christopher Hitchens


[1] Christoph Luxemberg propone en La lectura sirio-aramea del Corán: Una contribución a la decodificación del Corán, que ya que los primeros hádices del Corán no estaban escritos exclusivamente en árabe, quizás no hayan sido traducidos correctamente todos ellos. Uno de los ejemplos que aporta es el relativo a las recompensas del mártir en el paraíso. Afirma que si se vuelve a traducir y  redactar, la ofrenda celestial son unas "uvas pasas blancas", en lugar de vírgenes. Algo menos placentero, admitámoslo.

[2] Concretamente, en el capítulo ‘La religión como un subgrupo’. Es aplicable a cualquier ideología, no sólo a religión. No he querido centrar el artículo únicamente en la religión.

[3] Podéis encontrar numerosos vídeos de esta gran persona en YouTube. Aquí hablando de extraterrestres con R. Dawkins (creedme que es muy interesante la forma en que un astrofísico y un biólogo evolutivo hablan sobre aliens). Aquí contando una magnífica anécdota con James Cameron y el Titanic. Aquí en un estupendo vídeo sobre cómo hemos dejado de soñar.

[4] El físico Richard Fenyman habla para la BBC en 1972 sobre cómo fue educado por su padre. Aquí.

[5] En el libro antes mencionado de R. Dawkins, éste muestra algunos de los correos enviados por gente que había recibido una educación como ésta. En concreto, una chica (ex) católica que había sido abusada sexualmente por el arzobispo de su parroquia y días más tarde una amiga suya protestante había muerto en un accidente contaba lo siguiente: “Ser acariciada por el sacerdote me dejó una impresión (para la mentalidad de una chica de siete años) de algo asqueroso, mientras que el recuerdo de mi amiga yendo al infierno me producía un miedo frío e inconmensurable.  El sacerdote nunca me hizo perder el sueño, pero pasé muchas noches aterrorizada porque la gente a la que quería podía ir al infierno. Me producía pesadillas.” Debo decir, que el toqueteo al que fue sometida esta chica es relativamente suave si se compara con el dolor y la repugnancia de un monaguillo al ser sodomizado.   



Carlos Araújo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario